El ingeniero agrónomo y especialista en aromaterapia Renaud Alain Regnier, nos descubre aquellas propiedades curativas que se esconden tras el aceite esencial de la lavanda, concretamente, Lavandula angustifolia, a la que considera una panacea.
De todas las plantas aromáticas que conocemos en nuestra vida cotidiana, la más famosa y utilizada sería la lavanda. Con un perfume inconfundible, nos trae un sentimiento de paz, tranquilidad, limpieza, aire fresco y grandes espacios.
Sin embargo, esto es en teoría. Si afinamos un poco el tema, el botánico nos dirá: -Pero, ¿de qué lavanda me está hablando usted? Y para ser más riguroso, más científico, incluso hablaremos en latín para contestar a nuestro amigo. Esto se debe a que son múltiples las especies que abarca el géneroLavandula.
Tenemos la Lavandula angustifolia (también conocida como Lavandula vera o Lavandula officinalis), o sea la lavanda más común, denominada lavanda real o “lavanda hembra”. Es aquella que dejamos en bolsitas de algodón en nuestros armarios para alejar las polillas, y de la cual, hablaremos aquí.
No hay que confundirla con la Lavandula spica (la que crece en el mismo ecosistema que la víbora,spica), que consideran como la “lavanda macho”, o la Lavandula stoechas (con su porte tan característico y olor poco agradable). Además están los diferentes tipos de lavandín, que resulta ser un híbrido – al inicio natural – entre la lavanda real y la lavanda spica. Nada es sencillo en el mundo de la botánica.
Lavandula: descripción y significado
¿Sabéis que el mismo nombre de lavanda viene del latín lavare? o sea, lavar o limpiar. Las lavanderas la usaban para hacer la colada y la colocaban en la ropa limpia para que siguiera oliendo a fresco y limpio. Por esta razón, hoy en día numerosos productos de colada reivindican el olor a lavanda, siendo este olor de origen sintético o natural.
Si hablamos ahora de aceites esenciales, la lavanda es famosísima, tanto como el tea tree o árbol de té, seguramente el aceite esencial más estudiado, más producido y más usado en el planeta hasta el momento, joya de la corona de la comunidad científica australiana. Mientras, nuestra querida lavanda, se encuentra básicamente en las colinas de toda la cuenca mediterránea, y se ha adaptado muy bien a climas más fríos en Europa. En el estado salvaje, la planta crece a una altitud de entre 700 y 1800 metros. Sus hojas son muy lineales y estrechas, y sus pequeñas flores sencillas de color violeta se quedan agrupadas en la extremidad superior de ramas específicas.
Esencia natural
Volviendo al mundo apasionante de los aceites esenciales, la destilación de la Lavandula vera nos da un producto líquido casi incoloro, de viscosidad un poco superior a la del agua, con un olor muy fuerte y de larga permanencia, así como una complejidad molecular muy importante. Se puede llegar a contabilizar en una analítica clásica hasta más de 200 moléculas aromáticas distintas, lo que representa casi una marca de libro Guiness en este ámbito; pensad que el aceite esencial del clavo o de la Gaultheria procumbens se contentan por su parte con unas 6 o 7 moléculas distintas.
La Lavandula angustifolia pertenece a la familia botánica de las Lamiáceas, antiguamente llamadas Labiadas. Para producir un litro de aceite esencial de esta lavanda real se cosechan y destilan las sumidades floridas, y generalmente se necesitan unos 50 kg de material fresco. El aceite esencial de esta lavanda es sencillamente “bueno, bonito y barato”, y sobre todo, sirve para cuidarnos y curarnos en un amplio abanico de situaciones de la vida cotidiana, por lo que se considera como una especie de panacea universal.
Propiedades curativas
Sirve tanto a nivel nervioso (calmante, sedante y antidepresivo), como a nivel cicatrizante para cualquier daño cutáneo; un roce, una quemadura, una dermatitis, una cuperosis, una cicatrización difícil, un edema cutáneo, la recuperación de unas estrías de cualquier origen, una tremenda llaga o una micosis ungueal.
Es uno de los regeneradores cutáneos más eficientes, siendo a la vez el más barato. No olvidemos tampoco su acción analgésica importante, así como su acción antiespasmódica potente, por lo que se recomienda su uso en caso de calambres, contracciones y contracturas musculares. También es un magnífico remedio contra la ansiedad, el insomnio, el estrés e incluso la depresión. Otro aspecto más desconocido es su efecto hipotensor arterial y regulador del ritmo cardiaco, y para colmo, es un buen antiséptico general.
A nivel bioquímico, las moléculas estrellas del aceite esencial son representados por varios esteres, como el acetato de linalilo o el acetato de terpenilo, que traen las propiedades relajantes, y por unos alcoholes terpénicos como el linalol o el terpineno 1ol 4, responsables de las propiedades antimicrobianas. Sin embargo, no se puede resumir la complejidad molecular del producto a esta sencilla enumeración, sobre todo cuando sabemos que es esas misma complejidad la responsable de tantos efectos beneficiosos para nuestra salud, pero también de la total inocuidad del producto (siempre que no me lo ponga directamente el ojo, ya que hay que recordar que los aceites esenciales no son para nada los mejores amigos del globo ocular). Así pues, que los aceites sean tan complejos se interpreta como la causa de la ausencia total de fenómeno de resistencia que muestran con cierta frecuencia unas cuantas poblaciones de bacterias patógenas.